Diccionario de San Juan de la Cruz

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PRESENTACIÓN

Empeñarse en justificar la presencia de san Juan de la Cruz en esta serie de DICCIONARIOS MONTE CARMELO sería dudar de que reúne credenciales sobradas para ello. Los títulos que se le aplican como estribillo familiar son otros tantos avales para concederle acogida de honor en esta colección: filósofo, teólogo, místico, poeta, doctor, santo; todo ello en una pieza y en grado primacial.
Son muchos los lectores y estudiosos que se acercan sin cesar a Juan de la Cruz
por alguno de estos frentes y desde preocupaciones dispares. El reclamo permanente
y universal de su figura es razón decisiva para poner en manos de admiradores
y discípulos este instrumento de aproximación, en unos casos, y de profundización,
en otros.
No pretende promocionar su actualidad, como si se tratase de un efímero producto
de consumo; más bien lo contrario. La publicación del Diccionario quiere ser
respuesta a la demanda proveniente de una vigencia constatada y comprobable de
lo sanjuanista en el mundo actual, en el trance mismo de pasar página a nuevo milenio.
El sanjuanismo, como fenómeno cultural de nuestros días, ha logrado superar
aceleradas transformaciones históricas y traspasar toda suerte de barreras ideológicas
y geográficas. Ha entrado en el patrimonio universal de la humanidad.
Estadísticas y medios técnicos de comunicación lo demuestran con creces. La
bibliografía que acompaña a muchos artículos del Diccionario lo refrenda con elocuencia.
Frente a cualquier atisbo de aspiración transcendente, el mundo religioso se
vuelve espontáneamente hacia Juan de la Cruz en busca de incitación y esclarecimiento.
La mística de todas las vertientes y latitudes recurre a él como a guía seguro
y como referencia irrenunciable. En su palabra experiencial y doctoral buscan
clarificación las inquietudes religiosas de nuestros días proyectados hacia horizontes
desconocidos. La búsqueda de la solidez y de la autenticidad en el ámbito del
espíritu y de la enjundia evangélica descubre siempre a Juan de la Cruz. Hasta la
genuina inspiración poética evoca emocionada su “música callada” y su “soledad
sonora”.
Este Diccionario desea facilitar el acercamiento al hombre, al maestro, al místico
y al poeta que fue y sigue siendo Juan de la Cruz. Quienes han recorrido ya el
camino y se han encontrado con él podrán ahondar en su pensamiento y revivir su
mensaje espiritual en las coordenadas y aspiraciones de nuestro tiempo. Aunque la
obligada secuencia alfabética de las voces o “entradas” elimina parcelaciones temáticas,
es fácil identificar la índole doctrinal, histórica, comparativa o relacional de los
artículos que se integran en el Diccionario.
El mundo sanjuanista, el escenario histórico en que vivió y actuó el protagonista
de todas estas páginas, queda configurado en las voces biográficas y geográficas.
Por ellas desfilan las personas que convivieron con fray Juan o se relacionaron
de alguna manera con él. Su peripecia humana se encuadra concretamente en los
lugares en que transcurrió su existencia terrena y a los que vinculó su actividad religiosa
y pastoral. La extensión concedida a cada localidad y a cada personaje responde,
por lo general, a la mayor o menor incidencia en la vida y en la obra de fray
Juan. Los datos reunidos se limitan de intento a su presencia y actuación en cada
lugar y con cada una de las figuras recordadas.
El filón histórico podía ampliarse casi indefinidamente, incluyendo otros muchos
personajes que se cruzaron en la existencia terrena del Santo y tuvieron o pudieron
tener alguna vinculación con él. Se ha optado por una representación suficientemente
amplia y caracterizada, dando precedencia a los más próximos o allegados a su
ambiente familiar y religioso inmediato. De figuras relevantes de la Orden, como el
general Juan Bautista Rubeo, o de la cultura, como fray Luis de León, apenas se
conoce otra cosa que su indudable contacto con Juan de la Cruz.
De índole más selectiva es la representación de figuras posteriores, que han
acogido el mensaje sanjuanista y han contribuido decisivamente a su difusión. La
bibliografía registra incontables comparaciones y paralelismos entre fray Juan y
otros muchos autores anteriores y posteriores; ha tratado también asiduamente de
sus dependencias e influjos. Esa vertiente relacional se ha limitado casi en exclusiva
a la representación más conocida y calificada dentro del Carmelo Teresiano.
El cuerpo doctrinal puede considerarse –como era de esperar– núcleo central y
parte predominante del Diccionario. Los otros campos y aspectos presentes en la
obra le sirven de apoyo y complemento. La elección de los temas y su desarrollo
correlativo, en correspondencia con la importancia de los mismos dentro del sanjuanismo,
encierran escollos no siempre fáciles de evitar. Creer acertada en su totalidad
la selección de lo específicamente sanjuanista sería pretensión ingenua. A los fallos
–inevitables y descontados– de la colaboración solicitada, y no siempre correspondida,
se suman otras limitaciones, debidas en buena parte a preferencias discutibles.
Es posible que no siempre la voz-entrada propuesta sea la más representativa,
aunque se haya querido dar preferencia a lo típico de fray Juan frente a lo más genérico
dentro de la problemática espiritual. Esta dificultad queda remediada, al menos
en parte, con el sistema adoptado de remites. La búsqueda de lo específico del
autor puede apreciarse en la abundancia de expresiones metafóricas, símiles y símbolos
colocados como voces importantes. Es presumible que el conjunto ofrezca
material suficiente para satisfacer las exigencias de cuantos se sienten interesados
por el sanjuanismo, aunque los especialistas puedan exigir algo distinto. No se intentan
investigaciones novedosas, sino síntesis de lo conseguido hasta hoy.
No ha sido posible evitar el peligro de repeticiones, al acecho siempre en las
obras en colaboración variada y numerosa. También en este caso debe reconocerse
que el inconveniente encierra en sí ciertas ventajas; ante todo, la de presentar
matices peculiares en la exposición del mismo tema; en segundo lugar, un desarrollo
más completo e independiente de argumentos aislados, pero íntimamente relacionados
dentro del sistema sanjuanista. No es tampoco despreciable la facilidad
que ofrecen las repeticiones para remitir de unas entradas a otras. Se compensan
así, hasta cierto punto, los vacíos o ausencias que pudieran detectarse en el listado
de las voces. Al fin de las doctrinales se añaden los términos complementarios desarrollados
en el Diccionario o empleados por Juan de la Cruz para hablar del mismo
tema.
Valen también para estas páginas sus palabras: “Si tienes más dudas, no sé que
te diga sino que lo vuelvas a leer, quizás lo entenderás, que dicha está la sustancia
de la verdad” (Llama 3, 75). “Buscad leyendo y hallaréis meditando; llamad orando
y abriros han contemplando”.

EULOGIO PACHO